"La vida entera puede ser sugerida por el temblor de una hoja."
Federico Fellini

lunes, 11 de febrero de 2008

De Piazzolla al Zorzal

¿Por que la sonrisa de Gardel? ¿Qué felicidad comparten el poeta, el músico, el bailarín, el cantor? ¿Hay un goce inefable más allá del dolor y el placer?


La música del verso ha sido destronada por poetas y escritores demasiado lúcidos como para llevarles la contra. Algunos, en su lugar pusieron la Pasión (Macedonio Fernandez) o la realidad y el humor (Educardo Wilde). O la tensión, como Alberto Girri. Otros, como Gombrowicz o Platón, renegaron del poema y a otra cosa. A mi se me ha dado por reivindicarla. El argumento principal es la espontaneidad del canto; a veces, lo inevitable de su aparición...


BYRON REVISITED
de Alberto Girri, 1964
(fragmento)

Primero el simple, fiel
reconocimiento de esos
que se guían por lo que sienten,
lo que creen sentir
y cuyo tributo
es aercársele
como para tomar una flor,
recapturar briznas
de cantos,
como enamorarse
y cándidamente
arrojar
luz en devotos fragmentos,
fósiles, la amarilla
fronda de un alma
presa del tedio, aislada
en su privilegio
de amistad con el Ángel.

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"Recapturar briznas de cantos" es algo que se puede hacer deliberadamente o no. En Piazzolla, es un trabajo consciente. La melodía típica del tango, la frase tanguera, truncada, repetida, con variaciones, emerge de tanto en tanto para recordarnos que existimos, que seguimos estando ahí, su música es tango, hay una marca de identidad semejante a la huella que estampamos en nuestro documento.

Pienso que algo semejante sucede en la poesía contemporánea, más existencial que metafísica. Una poesía que se va haciendo al andar y que, muchas veces, sigue el rastro impensado de una música continua.

¿Hay música del pensar? ¿Sigue una modulación el discurrir de Girri? ¿O es que el poema convoca lo perdido, las briznas de canto que ya no quiere nadie, como si molestaran al personaje rudo y machazo que cultivan las series de televisión como ejemplo de lucidez?

En 1980, en Buenos Aires, fui a escuchar a Egberto Gismonti. La experiencia, en una ciudad sitiada por la muerte, fue reveladora. Escribí un relato de esa experiencia y lo repartí, focotocopiado, entre amigos y lectores cercanos (hacer click acá). Lo recupero porque trata del re-conocimiento, lo que se repite, afecta y se hace presente, lo que es por haber sido. Como entonces, sigo pensando que el ritmo y la espontaneidad de la música inisiste en todo trance creador y es esa repetición reveladora la que afirma y rige al pensamiento en libertad.

Porque el poema existencial es expresión espontánea, el que escribe se deja llevar, y luego se mira en el verso, se descubre, se re-conoce y retoma y sigue, tiene otra oportunidad. Estamos en el poema, detenemos el tiempo, ya no queremos (como en la vida de todos los días) llenar con palabras (o llantos, o risas, o quejas, súplicas y demandas, o fórmulas mediáticas y gestos de autómata) el vacío de no saber, no saber qué hacer, no saber qué sentir, no saber qué camino tomar.

Es el fin inesperado del verso ("la carga del verso se termina"...) lo que nos invita a...


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Sobre investigaciones con pájaros en relación con el poder de la variación musical del canto como productor de nuevos esquemas cerebrales –biología y cultura- me parece interesante leer un fragmento comentando las investigaciones Deacon, cliqueando acá .

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